El hijo perdido que aprovechó y el hijo que desechó la herencia
El hijo perdido que aprovechó y el hijo que desechó la herencia (Lucas 14)
Por: Thalía Castillo
V1-6 Yeshúa fue nuevamente invitado a comer a la casa de un fariseo, este era uno de los principales, y aunque ellos no concordaban con las enseñanzas del Mesías, sí lo reconocían como un Rabí o maestro en Israel, por eso siempre buscaban coincidir con él, pero más que por un deseo de aprender, era para cuestionarlo, lo examinaban tal y como se le hacía al cordero de Pésaj para ver que no tuviera defecto.
En el capítulo anterior se relata una confrontación del Mesías con los religiosos, porque ellos se oponían a que él sanara en Shabat y ahora veremos que nuevamente él los exhorta por causa de su hipocresía. Yeshúa no se sujetaba a ninguno de los legalismos que el sistema había impuesto porque más que ayudar a las personas a consagrarse, esas leyes impuestas por los hombres provocaban que se olvidaran de lo más importante de la Tórah, que es la misericordia, la justicia y el amor al prójimo. Habían perdido la capacidad de valorar cada situación mediante el lente de la instrucción, estaban muy aferrados a sus tradiciones y no querían cambiar su manera de pensar. Pero Yeshúa no cesaba de mostrarles cuál es la forma correcta de interpretar la Tórah y lo hace a través de otro milagro, esta vez a un hombre hidrópico.
Un hidrópico es una persona que padece hidropesía, que consiste en una acumulación anormal de líquido en alguna cavidad o tejido del organismo, y es una afección que si no se trata a tiempo puede derivar en complicaciones graves como fallos en órganos esenciales. El Mesías se percató del padecimiento de este hombre y quiso sanarlo, pero antes les pregunta a los intérpretes de la Tórah y a los fariseos presentes si era lícito sanar en Shabat.
Y aquí entramos en el tema de ¿qué se puede hacer y qué no en el día de reposo?
La respuesta está en la Tórah, donde nos dice que el Eterno cesó, lo santificó y lo bendijo, más adelante en el libro de Shemot se menciona que no se debe hacer obra alguna en este día, porque es un día dedicado al Eterno, pero esta instrucción se refiere al trabajo, una obra que realiza para recibir remuneración, por eso dice el mandamiento que 6 días tenemos para trabajar. Lo que sucede es que según la tradición judía esto va más allá, una obra es un trabajo creativo o todo trabajo que le concede al hombre dominio sobre la naturaleza, entonces si Yeshúa sanaba, ellos interpretaban que él estaba ejerciendo dominio sobre la enfermedad y que ya eso era una melajá (obra) y por ende una transgresión. Como sabemos ellos le daban a la halajá (leyes tradicionales) la misma importancia que a la Tórah. Hasta el día de hoy continúa sucediendo lo mismo, en el judaísmo hay 39 melajot u obras que están prohibidas en el día de reposo, por citar algunas están: plantar, seleccionar, unir dos hilos, tocar un instrumento musical, amarrar, escribir dos o más letras, tejer, coser, romper, etc. Muchas leyes halájicas que estaban impuestas desde esa época.
Por eso Yeshúa en tantas ocasiones intenta hacerlos entrar en razón, porque más que disfrutar el día de Shabat, lo habían convertido en una pesada carga, no comprendían que el Shabat fue hecho por causa del hombre y que el Mesías estaba santificando y bendiciendo el día haciéndole el bien a los necesitados. ¡Qué mejor manera de exaltar al Eterno en el día de cese que bendiciendo a otros! Es importante que tengamos este aspecto claro, para siempre mantener un equilibrio y un servicio adecuado delante del Padre, no debemos caer en el extremismo religioso, pero tampoco en el libertinaje como ha sucedido en el sistema religioso, donde se toman de textos como este para decir que el Mesías no guardaba el Shabat y que los creyentes tampoco lo deberían hacer, hay líderes que incluso lo ven como afrenta, porque dicen que el Mesías les dio la libertad de guardar el día que ellos quieran y que nadie les tiene que imponer que sea el Shabat. Citan muchos textos sacados fuera de contexto y los usan como un argumento para finalmente no obedecer la instrucción. Pero no es eso lo que estaba enseñando Yeshúa, él se oponía a la religiosidad, a las añadiduras y a los mandamientos de hombres que dejaban a un lado lo más importante, pero jamás invalidó la Tórah, al contrario, la confirmaba, él y sus discípulos guardaban el día de reposo y el resto de los mandamientos haciéndolo de forma adecuada guiándose solamente por lo que está escrito.
Es una bendición el poder entender esto, porque cuando se sale del cristianismo, por lo general se busca ir al judaísmo porque ellos siempre han tenido la Tórah. Pero vemos que además de la Tórah, ellos también han conservado toda la halajá (leyes tradicionales), y es precisamente lo que el Mesías criticaba, él se oponía a todas esas estructuras religiosas que invalidaban la instrucción, lo cual nos demuestra que seguir al judaísmo con sus tradiciones es oponerse al Mesías y por ende al Padre. Yeshúa es el profeta al cual oir, el Eterno puso sus palabras en su boca para que podamos comprender correctamente la Tórah, además él es nuestro único maestro. Es bueno que nos dirijamos solo a él y no a las religiones.
Los fariseos e intérpretes de la Tórah callaron ante la pregunta de Yeshúa, la respuesta era obvia, pero no quisieron darle la razón, prefirieron quedarse callados porque no estaban dispuestos a renunciar a su tradición, ahí se muestra cuál era su prioridad, el principal mandamiento es amar al Eterno por sobre todas las cosas y el segundo amar al prójimo como a uno mismo, pero ninguno de los dos los estaba cumpliendo actuando de eso modo. Por su parte, el Mesías les enseñó que su prioridad no era agradar a los hombres sino al Eterno. Y su ejemplo nos exhorta también a nosotros, a que es necesario agradar al Eterno antes que a los hombres, y este es un aspecto que la fe del Mesías nos lleva a poner en práctica, tanto cuando salimos de los sistemas, pues vienen las críticas y la oposición pero aun así debemos mantenernos firmes en la emunáh, teniendo en primer lugar la obediencia al Eterno y por otra parte está la presión del mundo, pues si no actúas te amoldas a ellos, entonces también viene la exclusión y las críticas pero de igual modo la prioridad es el Eterno y cuando tenemos eso bien cimentado en nuestra vida todo lo demás queda en segundo plano, incluso los temores a la oposición, al contrario así como Yeshúa aprendemos que hacer la voluntad del Eterno por encima de todo es lo mejor y un verdadero deleite.
V7-14 Yeshúa se percató de que las personas buscaban con ansias los primeros lugares en la mesa, era costumbre que en una cena los primeros lugares fueran ocupados por las personas de renombre, o por los más allegados a quien les invitó, esto demostraba cierto estatus frente a los demás, y los que estaban allí estaban en búsqueda de ese reconocimiento, lo que muestra su jactancia
Proverbios 25:6 No te exaltes delante del rey, Ni estés en el lugar de los grandes,
Proverbios25:7 Más vale escuchar: Sube acá, Que ser humillado ante un noble. Aun cuando tus ojos hayan visto algo,
No es la primera vez que el Mesías le llama la atención a los religiosos sobre este aspecto, como vimos en Mateo y en Marcos, ellos acostumbraran a buscar los primeros lugares en las sinagogas y en las plazas, todo para ser vistos. Yeshúa les muestra la importancia de la humildad. Él quería que corrigieran un problema que nace desde el corazón y es el deseo de buscar el reconocimiento para sí mismos y no para el Creador. Pues como mencionó, el que se enaltece será humillado, pero el que se humilla será enaltecido.
Esto me hizo recordar la enseñanza del Mesías acerca de quién es el mayor en el reino, los mayores son los que sirven a los demás, que no buscan los primeros lugares, sino que se entregan para darle un servicio en integridad al Eterno. Como creyentes somos llamados a ser luz, y cuando somos luz buscamos dar un buen testimonio haciendo buenas obras, no para que nos reconozcan a nosotros, sino para que los demás busquen y reconozcan al Creador.
El Padre considera a los humildes, y una persona humilde es aquella que entiende que todo se lo debe al Creador y que es Él quien merece todo el reconocimiento, nosotros somos servidores que debemos buscar ser reconocidos por Él y no por los hombres. Esa es la verdadera recompensa que nuestro Padre pueda agradarse de nosotros. Que en aquel día cuando regrese el Mesías pueda reconocernos y tenernos por dignos.
Otro aspecto que nos enseña esta parábola es la forma en que debemos ver el camino de la emunáh, hay personas que ven la salvación desde un punto de vista altivo, creyendo que ya la tienen ganada, pero la escritura dice claramente que el que crea estar firme mire que no caiga y que solo el que persevere hasta el fin será salvo.Por eso debemos ver esta promesa que nos ha hecho el Padre por medio del Mesías con humildad y respeto y cuidarla con temor y temblor, no jactarnos pensando que ya lo tenemos ganado sino como decía Shaul, proseguir a la meta, seguir avanzando en este peregrinar, esforzándonos a diario, cada día haciendo morir lo terrenal en nosotros para dar frutos.
2Timoteo 3:13-15 Por su parte, los hombres malos y embaucadores irán de mal en peor, engañando y siendo engañados. 14 Pero tú persiste en lo que aprendiste y fuiste persuadido, sabiendo de quiénes aprendiste, 15 ya que desde niño conoces las Sagradas Escrituras, las cuales pueden hacerte sabio en la salvación que por la fe hay en el Mesías Yeshúa.
2Timoteo 4:2 Predica la Palabra, insiste a tiempo y fuera de tiempo, redarguye, exhorta y reprende con toda paciencia y doctrina.
Yeshúa también les habla acerca de la ayuda al necesitado, tal y como lo estudiamos en la parábola del buen samaritano, es muy importante tener presentes a aquellos que se encuentran en una situación vulnerable, para darles lo que necesitan, no buscando recompensas humanas sino hacerlo desinteresadamente. Así el reconocimiento vendrá del Eterno.
Proverbios 19:17 El que da al pobre presta a YHVH, Y Él se lo devolverá.
V13-24Uno de los que estaban en la mesa le dijo “Bendito el que coma pan en el reino de Elohim”, apuntando a que ellos esperaban el reino futuro, ya en la eternidad, pero también pareciera que se sentían dignos de alcanzar la vida eterna en el reino por sus propios méritos. Por eso Yeshúa les menciona esta parábola para que entendieran que esa gran cena ya estaba lista pero que necesitaban hacer teshuvá para entrar en el reino y escucharlo a él, él era el mensajero enviado por el Padre, pero lo rechazaron, no quisieron reconocerle, despreciaron la invitación que el Eterno les estaba haciendo por medio de su hijo, ponían excusas, porque estaban muy cómodos y ocupados con las cuestiones religiosas, amando más sus cargos terrenales que al Creador, desecharon su herencia, por eso ese liderazgo religioso quedó excluido y el Padre extendió su invitación al resto del pueblo, que aunque estaban perdidos, entendieron su necesidad de volver a Él y escucharon la voz del enviado y aún hubo lugar para invitar a las naciones, a esas almas que estaban separadas pero que aprovecharon la oportunidad de tomar el camino de regreso al Eterno por medio del Mesías.
Proverbios 11:2 Primero viene el orgullo y después la deshonra; mas la boca de humilde medita sabiduría.
V25-35 Como creyentes necesitamos tener claro lo que cuesta seguir al Mesías, no podemos vivir de cualquier forma, esto implica una entrega completa, donde entendemos que el Eterno es la prioridad en nuestra vida, que cada día tenemos que seguir adelante y avanzar en el camino de la emunáh, pese a que algunos familiares no tengan la misma fe. Ser discípulos de Yeshúa implica que debemos negarnos a nosotros mismos, darle muerte a nuestra carne porque sus deseos van en contra del ruaj, además llevar el oprobio del mundo, todas esas oposiciones que vivimos por causa de la fe.
El camino de la emunáh por medio de Yeshúa, requiere de empeño, esfuerzo, que dediquemos tiempo al estudio de la palabra, que seamos diligentes, es un gran compromiso que debemos llevar a cabo de forma íntegra. Si en el mundo se esfuerzan mucho por cumplir sus proyectos, cuanto más debemos esforzarnos nosotros en servir al Eterno con excelencia, en obediencia, santificación, en fin, dándole lo mejor. Las palabras de Yeshúa nos exhortan a ello cuando dice:“cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo”, vemos que el llamado del Eterno es lo primero y que no hay nada más importante que permanecer en el camino de la emunáh por medio de Yeshúa, dando ese buen testimonio de su obra en nuestras vidas, de que estamos aprovechando este regalo que nos ha dado y de este modo poder también impactar las vidas de otros, siendo como la sal de la tierra.