La inmundicia de la carne, una enfermedad espiritual (Levítico 13 y 14)

Aportación: Thalía Castillo

Anteriormente estudiamos los capítulos 11 y 12 del libro de Vaikrá (Levítico), donde vimos las instrucciones que el Eterno le da a los hijos de Israel sobre su alimentación, conocidas como las leyes del Kashrut y además, la purificación de la mujer luego de dar a luz niño o niña. En el caso de los alimentos tenía como objetivo que el pueblo aprendiera a diferenciar entre lo puro e impuro y no se contaminaran, como dice en, Lev 11:46-47 Esta es la ley de los animales y de las aves, y de todo ser viviente que se mueve en las aguas, y de todo animal que bulle sobre la tierra, 47 para hacer separación entre lo impuro y lo limpio, y entre los seres vivos que se pueden comer y los seres vivos que no se pueden comer.

Ellos debían mantenerse puros pues el Eterno es santo y exigía lo mismo de cada persona, pues el miskhán estaba allí , y hasta hoy el Padre pide lo mismo de nosotros, santidad en todos los aspectos de nuestra vida, pues su presencia no habita donde hay inmundicia, por eso con más razón debemos limpiarnos de toda contaminación de carne y de espíritu pues somos templo de su Ruaj, con esto aprendemos la importancia de observar estas instrucciones, primeramente para mantener la pureza que Él espera y también para cuidar nuestra salud, pues se ha comprobado cuan beneficiosas son. Sobre la vigencia de estas leyes se han suscitado muchas controversias, pues en los sistemas religiosos se plantea que comer kosher no hace salvo a nadie, y ciertamente no deben cumplirse para obtener salvación pues esa sólo viene por medio de Yeshúa, pero quien ha regresado al Padre por medio del Mesías debe consagrar todos los aspectos de su vida, obedeciendo la voluntad del Eterno, y su deseo es nuestra santificación como dice en 1 Tesalonicenses 4:3, esa que comienza en nuestra mente y corazón y se manifiesta en todas nuestras acciones. Fuimos rescatados de nuestra vana manera de vivir para que demos frutos de obediencia, justicia e integridad siendo esa luz que marca la diferencia, por tanto, estas leyes son un complemento para nuestra santidad.

Hoy estudiaremos los capítulos 13 y 14 donde se habla sobre la lepra conocida como H6883 צָרַעַת tsaraát de H6879; lepra: -lepra. Esta enfermedad traía consigo un deterioro tanto de la persona como de sus posesiones y se debía llevar a cabo una minuciosa inspección por parte de los ministros y luego ser apartados del pueblo para no contaminar al resto. Veremos aspectos importantes del ¿por qué se plantea que esta afección era un reflejo externo de una enfermedad espiritual?, también la alusión profética a nuestro Mesías Yeshúa quien funge como Kohen Hagadol que nos examina y determina en qué condición se encuentra nuestra alma, además los aspectos que se debían llevar a cabo para ser purificados y como aplica hoy para nosotros como creyentes.

Leyes sobre enfermedades cutáneas y leyes sobre abscesos y quemaduras (Levítico 13:1-28)

1-Lev 13:1-3 

Aquí podemos leer las características principales de esta enfermedad, que le permitían al ministro reconocerla. En la escritura vemos varias personas que tuvieron esta afección:

1 Miriam, la hermana de Moshé, y observamos que le ocurrió producto de que murmuró contra su hermano, por tanto, tuvo que estar apartada 7 días.

2 Giezi el siervo del profeta Eliseo, que producto de su codicia, mintió, lo cual le trajo como consecuencia, llevar en su propia carne la lepra de Naamán el sirio, y no sólo él y sino también su descendencia.

3 El rey Uzías que por causa del orgullo quiso ofrecer su propio incienso al Eterno, sabiendo que esa labor sólo les correspondía a los hijos de Aharon y cuando los ministros le llamaron la atención, fue tanta su ira que enseguida brotó lepra en su frente y terminó el resto de sus días apartado.

Con estos ejemplos podemos ver que la lepra representa la murmuración, la mentira, el orgullo, el enojo, la amargura, la hipocresía, todos estos sentimientos negativos que debilitan nuestro espíritu, pues brotan primeramente en el corazón causando graves daños tanto al que los siente como a las personas a su alrededor, creando un ambiente de tensión que no es nada agradable al Eterno.

Observamos que la persona que notara tales signos y síntomas en su cuerpo debía mostrarse al ministro para ser examinada, llevándolo a nuestro contexto muestra como estábamos antes de acercarnos a Yeshúa, contaminados por todas las impurezas que había en nuestra mente y corazón ya sean enemistades, chismes, amarguras, filosofías, apegos, religiones, etc. Y la necesidad que tuvimos de ir a él para ser examinados, reconociendo nuestra condición pecaminosa para poder ser limpiados por medio de su entrega. Y también como luego de que hemos hecho teshuvá tenemos la responsabilidad de vigilar nuestro interior, para mantenernos limpios, no permitiendo que brote esa lepra nuevamente en nuestro corazón como dice en 2Corintios 13:5 Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe; probaos a vosotros mismos. ¿O no os reconocéis a vosotros mismos, que Yeshúa está en vosotros? ¡A menos que estéis descalificados!, pues Yeshúa continúa examinándonos hasta hoy de ahí la importancia de como dice en 2 Timoteo 2:15 procurar con diligencia presentarnos ante Elohim como obreros aprobados que no tienen de que avergonzarse.

2- Lev 13:4-8 

Vemos que desde que la persona se viera una simple mancha ya debía presentarse al ministro, y este la mandaba a recluirse 7 días y la volvía a revisar y si no había avanzado debía esperar otros días para lavarse con agua y ser limpia.

Sabiendo ya lo que significa la lepra me exhorta a auto examinar mi vida y ver que estoy permitiendo que brote en mi interior, pues una simple mancha puede avanzar y convertirse una gran plaga, como también dice la escritura, un poco de levadura leuda toda la masa.

Me recordaba a lo que dijo Yaacov (Santiago) sobre la lengua, que es como un pequeño fuego que puede incendiar un gran bosque, es lo que ocurre con lashón hara (lengua maligna), una sola palabra puede causar daños y divisiones irreparables, de ahí la importancia de refrenarla a tiempo.

En este tiempo que estaban apartados podían reflexionar sobre el mal que pudieron haber causado y decidir hacer teshuvá para impedir que esa plaga continuará avanzando.

Luego de que la persona era purificada, si esta mancha nuevamente se esparcía por la piel, sin duda era lepra ya no era necesario esperar otros 7 días, el individuo era apartado directamente. Me llamaba la atención esto, pues me hace referencia al falso arrepentimiento que se vive en el mundo, pues cuando vienen las aflicciones y los padecimientos, las personas lloran y se duelen y simulan volverse al Eterno, pero cuando todo pasa, regresan a la misma condición y vuelven a cometer los mismos errores. Y como vemos aquí la enfermedad viene con más fuerza y directamente la persona es apartada, hasta que haga verdaderamente teshuvá.

3-Lev 13:9-13

La enfermedad que conocemos hoy día como lepra no es exactamente como se describe en la escritura y sabemos que tiene cura, a tal punto de que la persona que la padece con un adecuado tratamiento puede llevar una vida normal.

Por otra parte, leemos cuando la persona quedaba limpia, pero con despigmentación, es decir una marca en su piel, me hace alusión a como ciertos errores como la murmuración o el chisme dejan huellas en la vida de las personas y ciertamente el Eterno perdona y restaura, pero a veces las consecuencias del pecado se hacen visibles.

4-Lev 13:14-28 

En esta parte vemos que el signo principal para identificar la lepra era la carne viva, lo cual nos hace referencia a nuestra carnalidad, que cuando la dejamos estar a flor de piel, sólo trae contaminación y nos aparta del Eterno, de ahí la importancia de cada día negarnos a nosotros mismos, no complaciendo los deseos de nuestra carne, para que así esa impureza no corrompa nuestra alma.

Admiro la sabiduría del Eterno que ya les estaba enseñando a estos hombres a distinguir entre las distintas enfermedades dermatológicas para que emitieran diagnósticos certeros, los ministros también tenían el papel de médicos y en Yeshúa vemos esta labor completa pues no solo examina, sino que también nos sanó y nos dio el Consolador, al Ruaj de Eterno que nos guía y enseña a no dejarnos contaminar nuevamente, pues si por su llaga fuimos sanados y purificados, debemos continuar limpiando nuestras vestiduras, apartándonos y cortando de nuestra vida todo aquello que nos pueda contaminar para no ser cortados de su cuerpo.

Leyes sobre enfermedades del cabello, cutáneas y calvicie. Leyes sobre infecciones y moho (Levítico13:29-59)

1-Lev 13: 29-44

En esta parte se describe como el ministro reconocería la lepra cuando saliera en la cabeza, en la barba, en la piel o en caso de que apareciera cuando una persona tuviere calvicie.

Como hemos estudiado la cabeza hace referencia a nuestro entendimiento, el cual debe estar totalmente guiado por el Ruaj y limpio por medio del estudio de la palabra del Eterno, evitando así que sea contaminado por filosofías humanas, doctrinas de hombres y cosas terrenales que en nada edifican. La barba hace referencia a nuestra boca, y como debemos vigilar todo lo que sale de ella, para no murmurar, insultar, mentir etc, pues todas estas acciones nos hacen transgredir delante del Eterno. Para que nuestras palabras sean aceptables y limpias, primeramente, debemos purificar nuestro corazón, pues de lo que abunde en este hablarán nuestros labios.

Mat 12:34-37 ¡Generación de víboras! ¿Cómo podéis hablar cosas buenas siendo malos? Porque de la abundancia del corazón habla la boca. 35 El hombre bueno, del tesoro bueno saca cosas buenas; y el hombre malo, del tesoro malo saca cosas malas.36 Y Yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio, 37 porque por tus palabras serás justificado y por tus palabras serás condenado.

2-Lev13:45-46

Lev 13:45 Los vestidos del leproso que tenga la llaga estarán rasgados y su cabeza desgreñada. Se tapará hasta el bigote y pregonará: ¡Impuro! ¡Impuro!

Lev 13:46 Permanecerá impuro todo el tiempo que tenga la llaga. Siendo impuro, morará solo. Su morada estará fuera del campamento.

La persona leprosa debía reconocer su impureza en aflicción y era apartada todo el tiempo que esta plaga estuviera en ella. Veo dos aspectos importantes:

1 Hace alusión a la vergüenza que trae consigo la transgresión para el que la comete y a como era necesario que la asamblea entendiera las graves consecuencias del pecado, debían apartarse de tal individuo para no contaminarse, en un sentido espiritual vemos que cuando somos parte del cuerpo del Mesías, si hemos cometido alguna transgresión debemos reconocerla, y volvernos, para así ser restaurados evitando que otros sean contaminados y principalmente que el Mesías nos aparte.

2- A como podía llegar el tiempo en que esta llaga pudiera ser sanada y que la persona pudiera nuevamente regresar a la congregación. Llevándolo a nuestro contexto vemos la condición de muerte en que estábamos y como fuimos sanados por medio de Yeshúa que llevó sobre si nuestra enfermedad.

3- Lev 13:47-59

Aquí vemos que esta enfermedad también se traspasaba a las ropas, y estas también debían ser examinadas por el ministro, pero si no estaban aptas, debían ser quemadas para erradicar esa plaga. Llevándolo a nuestro contexto, hace referencia a como no sólo debe estar purificado nuestro interior sino también a como nuestras acciones deben reflejar esa santidad en cada circunstancia que atravesemos, como dice la escritura nuestras vestiduras que representan nuestras obras deben estar limpias, ambas cosas deben ir de la mano, pues debemos guardarnos sin mancha del mundo.

Purificación de enfermedades cutáneas (Levítico 14:1-32)

1- Lev 14:1-13

El ministro manda a tomar 2 avecillas vivas, madera de cedro, grana e hisopo para la purificación, estos elementos representan la entrega del Mesías en el madero, quien nos limpió de toda impureza, llevando sobre sí nuestras transgresiones para que pudiéramos reestablecer nuestra relación con el Eterno y poder vivir de acuerdo a su instrucción.

La persona que se purificaba debía lavar sus vestidos y remover todo el vello de su cuerpo, lo que me hace alusión a una renovación completa, como el nuevo nacimiento que vivimos una vez que nos hacemos parte de la entrega del Mesías, volviéndonos de nuestra antigua manera de vivir, lavándonos con la palabra del Eterno y recibiendo su Ruaj, ese aceite fresco, para ser nuevas criaturas que ya no viven de acuerdo a su carne, sino conforme al espíritu que ha hecho morar en nosotros.

2- Lev 14:14-32

Como leemos el ministro ponía la sangre y el aceite sobre el lóbulo de la oreja derecha, el pulgar de la mano derecha, el pulgar del pie derecho y en el caso del aceite también era derramado sobre la cabeza. Ahora vamos a desglosar el significado de cada aspecto.

Lóbulo de la oreja derecha: significa lo que oímos, este aspecto es de suma importancia y lo debemos vigilar, pues por ejemplo si nos hacemos participes de lashón hara (murmuraciones, chismes), escuchándolo y permitiendo que entre en nuestro corazón, nos contaminamos, propiciando enemistades, pleitos, divisiones, enojos y amarguras. De ahí el énfasis de alimentar nuestros oídos con la palabra del Eterno, y con todo aquello que sea de edificación para nuestra vida.

Pulgar derecho de las manos y los pies: las manos representan nuestra voluntad y los pies nuestro caminar. Ambos aspectos deben ser consagrados al Eterno, para así podernos mantener puros.

Cabeza: hace referencia a nuestro entendimiento y pensamientos, los cuales deben ser rociados con aceite, representando al Ruaj del Eterno, permitiéndole que nos guie a toda verdad, para que cada paso que demos sea grato ante Elohim.

Así como esta purificación de lepra era asequible a todos, también la entrega del Mesías está disponible para todo aquel que tenga el deseo de hacer teshuvá (rectificar y regresar) y vivir de acuerdo a la voluntad del Todopoderoso.

Purificación de casas infectadas (Levítico 14: 33-54)

En esta porción me llama la atención que el Eterno dijo: cando yo ponga plaga de lepra en alguna casa. Vemos que esta enfermedad era una muestra de que ocurría algo que no era correcto delante de Elohim. Era una llamada de atención para los moradores de aquella vivienda, pues debían ir al ministro para que examinará su hogar, y si pasado el tiempo de prueba aquella mancha en las paredes continuaba, debían ser quitadas y tiradas esas piedras a un lugar inmundo y se tomaban otras para que sustituyeran las contaminadas. Pero si volvía a brotar la plaga en aquella casa, debía ser derribada en su totalidad pues era lepra. Una vez más confirmamos que esta enfermedad tenía un trasfondo espiritual y aunque hoy día no sucede así tiene una aplicación para nuestras vidas, pues nosotros somos esa casa donde habita la presencia divina y debemos analizarnos día a día para que ninguna mancha brote en nuestro interior, y si nos percatamos de que algo comienza a contaminar nuestro ser, debemos ir corriendo a nuestro ministro Yeshúa para ser examinados y limpiados por él, cortando de raíz toda transgresión y siguiendo sin dudar todas sus instrucciones, para así evitar ser desechados al lugar inmundo conocido como lago de fuego donde ya no hay más oportunidad.

Yeshúa cuando vino, vemos que también examinó la casa del Eterno, el templo físico, y les dio tiempo para que se volvieran de sus malos caminos, pero el liderazgo de aquella época decidió no tomarlo en cuenta pues ya estaban totalmente contaminados con la lepra de la hipocresía, religiosidad, avaricia etc. Por tanto, aquella casa fue totalmente derribada y fue construida otra no hecha por manos de hombres, sino por almas obedientes que siguen las pisadas del Gran Ministro siendo piedras vivas de la morada eterna.

Conclusión

Estos dos capítulos están llenos de enseñanzas para nuestras vidas como creyentes en el Mesías, pues nos reafirman el llamado a la santidad que tenemos y a cuidar tanto nuestro interior como lo que exteriorizamos, que son nuestras acciones, necesitamos negarnos a nosotros mismos, no trabajando para satisfacer nuestros deseos sino más bien, trabajar en nosotros para poder dar frutos dignos de haber hecho teshuvá, viviendo en obediencia, apartándonos de toda contaminación, y manteniendo limpias nuestras vestiduras a través del agua viva que es la palabra del Eterno y con nuestras mentes rociadas con el aceite fresco que es el Ruaj de Elohim, para que cuando vuelva Yeshúa y nos examine se agrade de nuestras obras y nos tenga por dignos de estar para siempre con él en la presencia del Creador.