No quedó piedra sobre piedra, ni quedará doctrina sobre doctrina (Mateo 23 y 24:1-2) Por: Thalía Castillo
V1-5 Yeshúa le habló a la multitud y a sus discípulos acerca de los escribas y fariseos, les dice que este grupo de personas se sienta en la cátedra de Moshé, es decir que tomaron la autoridad para instruir al pueblo y utilizaban la Tórah para ello, por eso el Mesías les dice que lo que ellos les instruyeran para hacer y guardar lo hicieran, porque iba de acuerdo a la instrucción, pero les advierte que no imiten sus obras puesto que decían pero no hacían, no eran congruentes, estas personas además de la Tórah enseñaban lo que se conoce como obras de ley, que consiste en una serie de mandamientos de hombres y tradiciones añadidas, lo que Yeshúa califica como una carga pesada, la cual le imponían al pueblo aunque el Eterno jamás lo ordenó, querían que su tradición se obedeciera como si fuera la Tórah, pero ellos no lo aplicaban en sus vidas, ni con un dedo movían el peso de las añadiduras que obligaban a los israelitas llevar y todo lo que hacían era para ser vistos por los hombres, buscaban el reconocimiento y la exaltación para sí mismos, trabajaban para alimentar su ego, no había nada de verdad en sus vidas por eso Yeshúa en tantas ocasiones les llamó hipócritas o sepulcros blanqueados pues aunque en lo externo se mostraban como personas muy observantes, su interior estaba totalmente contaminado con falsedad, rebeldía, orgullo y desobediencia.
V6-12 Los escribas y fariseos amaban ser vistos y recibir el reconocimiento del resto, que en todos los lugares les dieran los primeros asientos y que los llamaran Rabí (maestro o preceptor), un título que solo debe ser usado por el Mesías, por eso instruyó claramente diciendo que a nadie más que a él debemos llamar así. Realmente Yeshúa es nuestro único Rabí, por medio de sus enseñanzas nos guía, conduce, instruye y no solo esto, sino que también nos cuida e intercede por nosotros, y aunque a él le fue dada toda autoridad, jamás buscó ser reconocido por los hombres al contrario él mismo puso el ejemplo de como el mayor debe ser el servidor de todos. Su vida es un ejemplo de humildad y transparencia, él se negó a sí mismo hasta la muerte, por eso el Padre lo exaltó. Todo ello nos enseña la importancia de la humildad, que no debemos buscar el reconocimiento de los hombres, pues delante del Eterno todos somos hermanos y solo Él es quien enaltece, pero a los soberbios y altivos los humilla.
V13 En esta sección comienzan los ayes, lo que muestra que Yeshúa no solo les estaba declarando su maldad, sino que les anuncia el juicio que sufrirían por ello. Les llama hipócritas en varias ocasiones, porque como se menciona al inicio de este capítulo, ellos decían y daban leyes a las personas para cumplir, pero no las hacían, se puede decir que eran actores, y en lo único que se enfocaban era en aparentar su religiosidad para recibir beneficios de ello.
Esta represión tan fuerte que les hizo Yeshúa es también una exhortación para nosotros como creyentes, pues para el Padre no hay nada oculto y todos tendremos que presentarnos delante Él. Por eso tenemos que examinar nuestra vida y analizar cada detalle para no caer en la hipocresía y en la doble moral, pues si decimos guardar Tórah y exhortamos a otros a hacerlo entonces tenemos que vivirlo, y esforzarnos cada día por permanecer en la obediencia sincera al Padre, no para aparentar delante de los hombres, sino para ser verdaderos hijos de Elohim que serán tenidos por dignos del llamamiento santo que nos ha hecho por medio de su hijo. Realmente la levadura de los fariseos, que es la hipocresía es un peligro para el creyente, en el libro de Apocalipsis o Visiones, tenemos el mensaje a la congregación de Sardis.
Revelaciones 3:1Escribe al ángel de la iglesia en Sardis. Esto dice el que tiene los siete espíritus de Elohim y las siete estrellas: Sé tus obras, que tienes reputación de que vives, pero estás muerto.
Revelaciones 3:2 Sé vigilante, y consolida las otras cosas que estaban a punto de morir, porque no he hallado tus obras perfectas delante de mi Elohim.
Revelaciones 3:3 Por tanto, recuerda lo que has recibido y has oído, y guárdalo, y arrepiéntete. Pues si no velas, llegaré como ladrón, y no sabrás a qué hora llegaré sobre ti.
Es crucial que nos mantengamos velando y perseverando en las enseñas de Yeshúa sin perder el enfoque, no dejarnos persuadir por sistemas religiosos y legalismos donde solo se busca reconocimiento y mostrar una imagen falsa de devoción, sino solo escuchar la voz de nuestro buen Pastor que es quién único nos acerca al Padre y nos enseñacómo ser esos servidores en ruaj y en verdad que viven en su reino.
Los escribas y fariseos hacían todo lo contrario como dice aquí en el v13, cerraban el reino de los cielos, ellos mismos no entraban pues estaban totalmente enfocados en sus tradiciones y obras de la ley, como decía el Mesías, invalidaban los mandamientos del Eterno por su tradición y por otra parte no dejaban entrar a nadie pues cuando las almas iban a buscar al Creador, ellos les ponían trabas y requisitos ej.: todos los mandamientos de hombres: como el lavado de manos, o que debían ofrendar incluso aquello con que ayudaban a sus padres, etc. Ellos levantaron un gran muro que separaba a los hombres del Eterno, de lo cual también habló Shaul cuando criticó a todos aquellos que les exigían a los creyentes circuncidarse para ser salvos, y hasta el día de hoy vemos lo mismo en los sistemas religiosos, llenos de exigencias todo para cumplir expectativas de hombres que no le permiten a los demás acceder al reino. Por eso Yeshúa abre la puerta, él mismo es la puerta y enseñó que para entrar en el reino lo único que se necesita es hacer teshuvá, regresar al Padre por medio de él para cumplir su voluntad y permanecer en ello hasta el final. El Mesías deja claro que no se necesita nada más, nos damos cuenta de que no es nada gravoso, ni una carga, al contrario, es la mayor liberación que hay en la vida. Y que todo lo demás es cosa de hombres que se empeñan en ser tropiezo y se ponen a sí mismos o a sus sistemas como la puerta de entrada al reino, cuando ya el medio ha sido puesto y no se necesita nada más.
V14 Las viudas, los huérfanos y los extranjeros eran considerados personas vulnerables a las cuales había que ayudar, en la Tórah encontramos varios mandamientos acerca de ello. Pero los fariseos no lo hacían, sino que como dice este versículo devoraban las casas de las viudas. Como algunas viudas quedaban con las posesiones que les dejaban sus esposos y tenían una posición acomodada, los fariseos se aprovechaban de ello para apoderarse de los bienes de estas mujeres y a cambio hacían largas oraciones por ellas, mostrando su religiosidad cuando su verdadero objetivo era extorsionar a estas personas aprovechándose de que quedaban vulnerables. Muy parecido a lo que ocurre actualmente en los sistemas religiosos donde utilizan la necesidad espiritual de las personas para quitarles lo que poseen, les dicen: entréguele al Señor sus bienes, póngalos en el altar para que le bendiga y le escuche. De esta forma hacen mercadería con el evangelio. El Padre no pide nada material para que nos acerquemos a Él, todo es por gracia o favor inmerecido, no necesitamos intermediarios humanos, sino que Él ha puesto a Yeshúa como único medio.
V15 Los fariseos eran muy exigentes para recibir a las personas, de hecho su nombre en hebreo se traduce como perushim (separados), ellos creían ser las personas más observantes y consagradas, por eso usaban esas largas filacterias y oraban en las plazas para mostrar su falsa devoción; para que una persona pudiera pertenecer a su grupo hacían una selección estricta, solo aquellos que cumplían todos esos requisitos minuciosos y que ellos consideraban aptos según su propia opinión podían acceder. Pero al entrar se convertían en religiosos siguiendo las mismas tradiciones y normas de los fariseos; Yeshúa les dice que son dos veces más merecedores del castigo eterno, porque preferían darles honor a los hombres, esforzándose por satisfacer las expectativas de los fariseos antes que al Eterno. Y esto a su vez es idolatría, porque estaban dándole honra a las creaturas antes que al Creador. Finalmente, todos estos mandamientos de hombres, (obras de la ley) solo lograban guiarlos a la perdición.
V16-22 Yeshúa cita nuevamente el tema de los juramentos, él enseñó que debemos ser íntegros con nuestras palabras, que nuestro sí sea sí y nuestro no no. Los fariseos enseñaban a jurar por los objetos y no por Elohim, con esto si las personas no cumplían simplemente debían pagar y quedaban libres de culpa. Pero hacían mucho énfasis en el beneficio material, ni siquiera el templo era importante para ellos sino el oro y las pertenencias que llevaban al santuario. El Mesías les dice ciegos, pues en sus enseñanzas no había luz solo puras tinieblas, enseñaban todo lo contrario a las palabras del Eterno, hacían a las personas tener una doble moral y con esto se enriquecían. En resumen, daban más importancia a lo material que al Creador, que es el dueño de todo.
Hoy en día sucede algo parecido en los sistemas religiosos donde le otorgan una gran importancia al lugar de reunión, pero nos podemos preguntar ¿Es la congregación la que santifica al Eterno, o es el Eterno quien santifica a la congregación? El Padre es quien santifica, no hay que buscar un lugar o cumplir reglas de hombres para ser miembros o parte de algo.
V23 Los fariseos incluso obligaban a diezmar lo que no estaba instituido, pero no hacían justicia (tzedaká), finalmente de nada servía esa extrema observancia si se olvidaban de lo más importante
V24-26 Ellos se limpiaban mucho de forma de externa, pero no se ocupan de su interior que era lo verdaderamente contaminado. Sus ritos y tradiciones eran su principal enfoque, pero eso no transformaba ni purificaba su alma
V27-33 Yeshúa expone claramente la hipocresía de los fariseos, los llama sepulcros blanqueados llenos de inmundicia, de nada les servía su religiosidad pues delante del Eterno estaban desaprobados por su falsedad e iniquidad. Ellos incluso se ocupaban de adornar las tumbas de los profetas y decían que si hubieran vivido en esos tiempos no los hubiesen matado como hicieron sus padres, pero como menciona el Mesías ellos también lo hubieran hecho, si ni siquiera obedecían las palabras de los profetas. Por todo ello recibirían el juicio del Eterno y no podrían escapar de la ira.
V34-36 Yeshúa anuncia que enviaría a sus discípulos con el mensaje de la buena nueva pero que a ellos tampoco los escucharían, al contrario, le harían lo mismo que a los profetas, por esta razón pagarían por toda la sangre justa que fue derramada desde la de Abel hasta la de Zacarías.
V37-39 Yeshúa se lamenta sobre Jerusalén debido a la rebeldía que mostraban matando a sus profetas y enviados, no quisieron escuchar, ni obedecer al Eterno, aunque Él quiso de todas las maneras posibles juntarlos y que se añadieran al reino, pero por la dureza de sus corazones sus ojos estarían velados hasta que reconocieran la autoridad del Mesías como enviado del Padre. A aquellos que lo reconocieron si les fue revelado, pero quienes decidieron permanecer en rebeldía continúan desgajados del olivo natural hasta que le den el reconocimiento y regresen al Eterno por medio de él. Finalmente, el propósito de la Tórah es llevarnos al Mesías, y el Mesías acercarnos al Padre, por ello quien estudia verdaderamente la instrucción sin añadiduras encuentra a Yeshúa.
Mateo 24: 1-2 No quedaría piedra sobre piedra del gran templo, y así se cumplió en el año 70 con el asedio romano, Jerusalén fue atacada y su templo derribado, y del mismo modo serán derribadas todas las falsas enseñanzas y doctrinas cuando se manifieste nuevamente nuestro Mesías, mientras llega el tiempo ocupémonos en cuidar nuestra salvación apartados de toda hipocresía y falsedad, sirviendo al Padre en espíritu y verdad.